Dejamos las bikes y nos encaminamos a una
cascada que estaba como a 2 horas del camping. Ni bien comenzamos a dejar el
poblado y ya entrar en el bosque, las casitas de los mapuches empezaron a aparecer
junto con los carteles en su lengua que indicaban la lucha por sus tierras.
Durante la caminata nos empezaron a seguir 2 perros muy mansos.
De aquí 2 historias paralelas. Yo terminé recorriendo Villa Manzano, los chicos en la cima de la montaña, junto con los perros (sí, los perros lo siguieron hasta la cima).
Por la noche iríamos al centro para comer bien en un restaurante y así despedirnos de nuestros compañeros de ruta.
A Gonza y a mí, nos esperaba el cruce de la Cordillera de los Andes.
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